Diseño inteligente

Diseño inteligente es el término utilizado para describir a la corriente pro-religiosa que sostiene que el origen o evolución del Universo, la vida y el hombre, son el resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes. Es considerada una pseudociencia con características dogmáticas por la comunidad científica, y por las asociaciones escépticas.

Si bien sus partidarios proclaman que se trataría de una propuesta científica legítima, capaz de sustentar un programa de investigación metodológicamente riguroso, el diseño inteligente es considerado por la comunidad científica de las ciencias naturales afines al tema sólo como una justificación a posteriori de la creencia en un creador determinado (el Dios de las religiones monoteístas), presentada como una versión de creacionismo contemporáneo anti-evolución que trata de buscar la respetabilidad intelectual que el creacionismo clásico no ha sido capaz de obtener.

Posturas de las diferentes religiones ante el Diseño inteligenteLa posición pública de la Iglesia Católica y de la mayoría de los católicos es la de respetar la autonomía de la ciencia y sus hallazgos, desplazando la discusión sobre la verdad de las Escrituras y la justificación de las creencias a un plano netamente metafísico. Aun así, dentro de la Iglesia Católica también ha habido pronunciamientos que aparentemente favorecen algunos postulados del Diseño Inteligente, los que han sido apoyados por parte de figuras católicas tan importantes como el Arzobispo de Viena, quien postuló que cualquier modo de pensamiento que niegue o busque desestimar la abrumadora evidencia en favor del diseño en biología es ideología, no ciencia.En este sentido.

El Papa Benedicto XVI, quien aunque no ha dado su respaldo al movimiento del diseño inteligente, sí ha manifestado estar aparentemente de acuerdo con algunos de sus postulados, al opinar que considerar «al hombre y su razón» un producto casual de la evolución es irracional, o al decir que "también es cierto que la teoría de la evolución no está demostrada fehacientemente" . Sin embargo, hay que aclarar que el papa Benedicto XVI, en relación a una supuesta incompatibilidad entre creación y evolucionismo (propio de los seguidores del Diseño Inteligente), igualmente se pronunció de la siguiente forma: "Esta contraposición es absurda, porque, por una parte, existen muchas pruebas científicas en favor de la evolución, que se presenta como una realidad que debemos ver y que enriquece nuestro conocimiento de la vida y del ser como tal. Pero la doctrina de la evolución no responde a todos los interrogantes y sobre todo no responde al gran interrogante filosófico: ¿de dónde viene todo esto y cómo todo toma un camino que desemboca finalmente en el hombre?" Así, la postura de la Iglesia Católica, expresada repetidas veces, es que la Creación y la Evolución no se excluyen ni se contraponen, dejando en claro, eso sí, que "la evolución no responde a todas las preguntas del hombre"; en relación a las preguntas metafísicas.

Los promotores del diseño inteligente argumentan que el modelo científico de la evolución por selección natural es insuficiente para explicar el origen, la complejidad y la diversidad de la vida y que el universo está demasiado bien adaptado para las criaturas vivientes como para pensar que es así por puro azar. La evolución es descrita por los científicos, sin embargo, como un proceso sistemático y orientado, basado en la selección; la cual trabaja, eso sí, sobre una variabilidad generada por procesos esencialmente aleatorios.

Los defensores del diseño inteligente no toman públicamente un partido explícito sobre la identidad del o de los creadores o sobre los medios que utilizaron para diseñar y luego crear la vida, pero son respaldados por la mayoría de los partidarios de la lectura literal de la Biblia y actúan al abrigo de instituciones explícitamente cristianas y fundamentalistas. Los argumentos que tratan de entregar en favor del llamado “diseño inteligente” se refieren sobre todo a los siguientes aspectos:

El "universo bien afinado"

Uno de los argumentos de los partidarios del diseño inteligente, que incluye elementos adicionales a la biología, es el que afirma que vivimos en un universo bien afinado, con muchas características que hacen posible la vida y que no pueden atribuirse a la suerte. Estas características incluyen los valores de las constantes físicas (como el valor de las interacciones nucleares) y muchos otros. Los defensores de este modelo, entre ellos el miembro del "Centro para la ciencia y la cultura" Guillermo González, argumentan que si alguno de estos valores fuera ligeramente diferente, el universo sería dramáticamente diferente, haciendo imposible la existencia de muchos elementos químicos y características del universo tales como las galaxias. De manera que, para que la vida exista, hace falta la presencia de un diseñador inteligente que asegure que las condiciones requeridas estuvieran presentes en su momento produciendo el resultado que este diseñador había previsto. La comunidad científica ha respondido de forma casi unánime que no es posible verificar este argumento, por lo que sólo puede ser base de especulaciones. Además, no existe evidencia suficiente que apoye este argumento.

El diseñador

Respecto al diseñador, los argumentos de quienes proponen el diseño inteligente están formulados de forma que no hacen mención al diseñador ni a su naturaleza, sólo concluyen su existencia. La idea obligatoriamente no se asocia con el concepto de Dios, si bien en algunos casos se le asignan igualmente características que las religiones generalmente asocian con Dios. Así, los principales proponentes del diseño inteligente igualmente han afirmado frente a sus seguidores que creen que el diseñador es el Dios del cristianismo.

Algunos que son partidarios de la existencia de un diseñador explican que tal como hay inteligencia detrás de cualquier logro que la industria humana produce, así estructuras complejas como la célula, y el átomo, con estructuras y funcionamiento ordenados y complejos, tienen que haber sido igualmente producidos por alguien. De igual modo, tal como se requiere una formación e inteligencia para legislar leyes humanas, que ordenan las sociedades, así también, es necesaria una inteligencia para establecer las complejas leyes que rigen el universo observadas por astrofísicos, bioquímicos, ingenieros, y otros científicos.

Otro argumento es que sin inteligencia, tanto artistas, artesanos, y diseñadores en diferentes campos, no pueden producir ni crear sus trabajos. Por tanto, el diseñador de la vida debe poseer una inteligencia superior a la inteligencia humana para producir estructuras para la vida que no pueden ser reproducidas en el laboratorio por seres humanos inteligentes.